lunes, 16 de junio de 2008

¡Qué Desastre! Tinito Lopito

Por Carlos Mantica Abaunza

18 de Julio, 2006

No voy a escribir sobre la música de Tino ( López Guerra ) porque eso lo harán muchos otros mucho mejor que yo. Aunque cuantos lo conocieron se consideraron sus amigos, y con sobrada razón porque ningún conocido pudo jamás substraerse de su arrolladora amistad, yo tuve el privilegio de contar con su amistad desde aquel día en que, siendo adolescente todavía, lo visité por primera vez en el cuarto improvisado que compartía con mi tío José ( Chepe ) Mántica en las bodegas de la antigua Casa Mántica y donde le escuché por primera vez sus entonces muy poco conocidos Boleros de enamorado: Tres Flores Para Tí, Chinita Corronga, Duelo de Besos, Pretexto...etc.
No hablaré tampoco de las infinitas ocasiones en que semanalmente nos reunimos para guitarrear con nuestros mejores compositores e intérpretes.( A Tino le debo el privilegio de haber gozado por muchos años de esas entrañables amistades. ) Por eso mejor aterrizo.
Durante el gobierno de Don Luis Somoza, un conocido político de nuestro país le aseguró públicamente al Presidente que yo estaba involucrado en no sé que movimiento subversivo y, alertado por alguien que presenció el “tapazo”, opté por “cusuquearme” por un tiempo. Ningún escondite me pareció menos conspicuo que “El Palomar” de Tinito, ( su nuevo “apartamento” ubicado en los altos de la Farmacia Ramos, en pleno Mercado San Miguel ). Ahí permanecí una semana entera y pude conocer mejor a aquel hombre tan especial.
Pablo Antonio Cuadra observó en una ocasión que Tinito parecía estar siempre escuchando algo. Y no se equivocó. A las seis de la mañana abría las ventanas que daban al mercado y empezaba a escuchar, muerto de risa, los primeros pregones: “Chelín de chía a chelín....! “ ”La güelada, lagüelaaa! “ que luego apuntaba y guardaba como tesoros en peligro de extinción.
Como todos conocíamos su complejo de antena, siempre a la escucha, y su “oído de tísico”, Erwin Kruger, que siempre planeaba sus maldades con anticipación, guardó una vez un grillo en una caja de fósforos para llevarla a nuestra siguiente parranda y ahí nos gozamos disimuladamente viendo como Tino trataba en vano de encontrar la fuente de aquel “cantido” casi inaudible para el común de los mortales.
En grandes cuadernos coleccionaba dichos, refranes, palabras raras y todos los disparates de nuestro lenguaje ( algunos bellísimos ) y un día le dio por coleccionar también nombres exóticos como: Anastasio Somoza, Tiburcio Carias, Juvelino Cuvischeck, etc que luego repetía vinieran o no vinieran al caso, y a los que iba agregando otros muchos que él llamaba nombres “ presidenciables” como: Presentación Navarrete, Encarnación Caparro, Plácido Matute, Benedicto.... ¡No! Su apellido no lo doy porque un día los hijos de ese honorable caballero amenazaron a Tino acusándolo de burlarse de él.
¡Que desastre! Porque el único y peor insulto que le escuché a Tino alguna vez y muchas veces era “¡Parecés somocista” o “ Es más feo que un somocista.” Aunque aborrecía la política le tenía especial inquina a Don Luis Somoza Debayle a quien dedicó una estrofa en su ya casi olvidada “( J) Oda a la Guardia”: Y que decía así:
Que horribles son los Guardias
su faz es horrorosa
y el peor de todos ellos
es un mentado Somoza.
De su cara Dios me valga
Se tiene un gesto tan duro
Que más parece la nalga
del el gran Cachetón del Puro”.
Se consiguió entonces algunas cajas vacías de madera e improvisó con ellas una cabina de grabación donde pasaba días enteros recogiendo de las trasmisiones radiales y grabando luego con glosas y comentarios de su propia cosecha todas las aberraciones del lenguaje de Don Luis quien al igual que su hermano menor “pensaba en Inglés." En las parrandas las escuchábamos con grandes risas encabezadas por la risa explosiva del mismo Tinito.
Pero un día murió Don Luis y ya no las volvimos a escuchar. Porque el mismo día del deceso del Presidente Tinito quemó para siempre todo aquel material que le había costado interminables horas de trabajo. Y es que Tinito era así. Se podía burlar de un enemigo poderoso, pero no de un indefenso.
En El Palomar descubrí también la “caja fuerte” de Tinito. Era una gran caja de plywood donde guardaba su ropa sucia y en el fondo de la misma, envueltos en sus calcetines, guardaba pacientemente los grandes fajos de billetes en dólares que iba ganando como vendedor estrella de la Home Insurance Co. Como vendedor de Seguros su oficina era la calle y las reuniones con sus amigos. Cuando tenía suficientes ahorros se iba por tres meses a México, donde un verano me presentó a nuestro inolvidable Indio Pantaléon (Alberto Ferrey ) gloria de la radiodifusión nicaragüense y entonces esposo de Olga Darson quien fuera una de las mejores intérpretes de Agustín Lara. Y fue así como el Divino Flaco compartió con nosotros cuatro una gran copa de cognac después de su variedad en el night club El Capri.
Quise tanto a este personaje inolvidable que a la muerte de su esposa Consuelito.- a quien dedicó la más hermosa de sus canciones rancheras - me hice cargo de la formación de Tinito López Rosales, hoy hecho todo un Pediatra y a quien no quise adoptar para que no perdiera el glorioso nombre que le heredó su padre. A él le dedico este anecdotario que estoy seguro no conoce.
Fue también en El Palomar donde descubrí la fuente permanente de alegría de su papá.
Mucho se ha escrito ya sobre la devoción mariana de Tino, y de la presencia de María en todos y cada uno de sus Corridos a los países de Centro América y de México. Por desgracia son pocos los que conocen el poema que escribiera en ocasión del primer centenario de la proclamación del Dogma de la Inmaculada Concepción, una obra maestra de sencillez y amor que merecería ser agregado a la Novena de la Purísima.
Con igual sencillez fue quizás el primero en solicitarle a la Causa de Nuestra Alegría, “... aparece madre Santa en la América Central. Qué te cuesta dulce María, pide permiso al Señor, que toda la patria mía por tí se muere de amor.”
Por eso no abundaré sobre su devoción mariana. Yo sólo quiero dar fé de una cosa. Tinito fue un hombre grande con corazón de niño y un hombre libre que gozó de la vida como pocos. Y fue un bohemio. Nadie lo duda. Varias noches lo sentí regresar al Palomar ... y fui testigo entonces de cómo, fuese temprano o tarde, con tragos o sin ellos, después de ponerse la pijama, se arrodillaba ante una imagen de la Virgen de Fátima y rezaba con gran devoción el Santo Rosario. Por eso no me extraña que cada mañana estrenara un nuevo día con una nueva e inagotable alegría.

No hay comentarios: